Así
nació El Vigía José Ramón Contreras.
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Corrían las décadas de los años 30 y 40 y en la Aldea El
Vigía se instalaban las primeras bodegas o “gatos” como se les conocía a este
tipo de incipiente comercio, los padres enviaban a sus hijos a comprar algunos
productos de primera necesidad que allí se expendían y, los propietarios de las
mismas para entusiasmar a tan infantil clientela, les proporcionaban una
regalía o ñapa, como para ese entonces se le conocía a esta especie de dádiva,
que ya era utilizada en algunos países, como por ejemplo, México.
Por ello, era muy normal que el muchachito le dijera al bodeguero: “hey, y
la ñapita qué” a lo que, el también pequeño comerciante le correspondía,
regalándole un “coquito”, dulce cruzado con coco cubierto en papel
transparente. De ésta manera, el muchacho regresaría a la misma bodeguita,
las veces que su mamá le enviase a efectuar cualquier compra. Para esas fechas aparecieron los
primeros establecimientos de esta naturaleza, me refiero a las bodegas de
Olinto Vera y Rafael Baptista en la calle El Comercio, hoy final de la Avenida
15 Bicentenario; la “taguara” de Simón “el Cura” Monsalve en la calle 2 del
sector El Tamarindo; La bodega de Zapata en la calle 3, frente al Centro
Comercial Don Tuto y la bodega de Manuel “el sordo” Rondón de la calle 3 vía al
Cementerio viejo, del sector El Guaimaral.
Para ese entonces, se compraba utilizando monedas de baja circulación, me
refiero a la “puya” de 0,05 centavos, la” locha” de 0,12 céntimos, el “medio de
0,25, el “real” de 0,50 céntimos, la
moneda de 2,50 o cinco reales y el fuerte que valía 5 bolívares. Por ello, era normal adquirir, por
ejemplo: una locha de “papelón” o panela, con un real, se podía comprar un vaso
de Vitamina, en la choza de María Eulalia “ viuda” de Ramírez por un real ó
0.50 céntimos, se compraba un kilo de azúcar por un medio 0,25, con un real un
quilo de queso duro del llamado “concha negra” y con 1,50 se adquiría un kilo
de pescado de cuero, salado, traído de los puertos fluviales de Santa Elena de
Caño Zancudo, de Santa Rosa del Chivo, o
de Puerto Concha en el municipio Colón del Zulia. En las “pesas” o expendios de carne, no existían las modernas
máquinas o sierras para cortar los huesos de res o de cochino, los carniceros
de ese entonces utilizaban las afiladas hachas con mango corto de madera,
colocando las costillas o patas del ganado encima de rolos de árboles, para
así, picar los trozos. Para ese
entonces, existían pocos establecimientos comerciales de este tipo, me refiero
a la Pesa de don Pausolino Calderón, la
Pesa del señor Rosales, la pesa de Juan “cuchara” Montilva y la de Candelario
Ferreira. Un kilo de lomo o solomo,
se adquiría por cinco reales o 2,50, la costilla costaba 0, 50 o un real, las
vísceras o azadura (hígado, chinchurria, corazón, riñón y pajarilla) valía 0,25
o lo que equivalía a un medio, la cabeza, las patas, el hueso blanco y el bofe
se lo regalaban al cliente y la parte conocida como el “mondongo” de la res
(tripa, librillo y cayo) costaba 0,25 céntimos o medio. Parodiando al colega
Oscas Yanes, podríamos inferir también: “Así son las cosas”.