Así nació El Vigía.
José Ramón Contreras.B
Corría la mitad del siglo XIIX y, ya
empezó a poblarse la Aldea El Vigía, aparecieron las primeras chozas o casitas,
sus paredes eran de caña brava, sus techos de palma real, los pisos de tierra,
en la parte trasera los fogones de leña y sus puertas eran de tablones de ceiba
con marcos de cedro y las cerraduras eran unos rolitos o trozos de madera, de
las llamadas “trancas” para asegurarse por dentro sus moradores, en la parte de
afuera eran amarradas con alambre liso o dulce, más que suficiente, pues no
había tanta inseguridad y sus pocos moradores se conocían entre sí. La plaga o
zancudos eran corridos o ahuyentados con cáscaras de coco que quemaban en el
patio trasero de los ranchos. Se empezó a padecer del agua para el alimento de
estos humanos y, enrumbaron sus pasos hasta una “mina de agua” que descubrieron
en el talud de la meseta del sector “el degüello”, hoy barrio El Carmen,
entrando por la parte trasera de la residencia de la familia Fuentes, en el
sitio conocido hoy como, la fundición. Allí comienza a desarrollarse una
especie de comercio informal, conocido como “los aguateros”, personas que
trasladaban el preciado líquido en latas cargadas al hombro, estos hombres
colocaban trapos en esta parte del cuerpo, para aliviar el maltrato que la
pesada carga producía en esta parte de su cuerpo, otros utilizaban burros y a
razón de 0,50 o un real le llevaban el necesario líquido hasta las viviendas
del poblado. Para inicios de la década de los años 50 y con motivo de la puesta
en marcha por el gobierno del general Pérez Jiménez del puente Chama y con él
la carretera panamericana, empieza a aparecer un manantial, que bajado de la
parte alta del pueblo conocido como la Mesa del Caraño, un chorro de agua que
comenzó a ser utilizado por sus habitantes para el consumo humano y que era
trasladado en vehículos cisternas y toneles a razón de bolívares 20 En la década de los años 60, Paulino Ibarra,
dirigente comunitario del sector La Vega, motoriza un movimiento vecinal que le
plantea al gobierno de Raúl Leoni, la construcción de un gran Acueducto
Triestadal en la parte alta del rio Mucujepe, este dique es alimentado por los
ríos El Casique y La Caña Brava, cuyos afluentes nacen, el primero el municipio
Sucre y el segundo en el municipio Andrés Bello, además de la quebrada La
Roncona bajada de Campo Elías. Actualmente administrado por el Instituto
Nacional de Obras Sanitarias INOS, inicialmente, surtiría del preciado líquido
a los municipios: Sucre de Zulia, Alberto Adriani de Mérida y Samuel Darío
Maldonado de Táchira. En la presente administración pasó a llamarse Aguas de
Mérida y solo abastece, a duras penas, al municipio Alberto Adriani, entidad
ésta que ha crecido poblacionalmente, para finalmente atender a las parroquias Presidente Páez,
Presidente Rómulo Gallegos, Pulido Méndez y Presidente Betancourt de la ciudad
líder del occidente venezolano.
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